Te Presento a Cecilia...

Cecilia Nereida Rodríguez Aguilar, nacida en la Sierra Maestra, el 22 de noviembre 1949, en un lugar llamado El Perico, perteneciente al municipio de Pilón, en la provincia Granma. A sus 69 años de edad nos recibe con gran camaradería en su departamento en La Habana vieja.

Verónica, la muchacha del jardín urbano y el agua de coco de la esquina de Compostela y Luz, nos presentó. Una tarde llegué al jardín recomendado por una amiga, Amy, a la cual también una amiga me había recomendado, Milena, para que le preguntara a Verónica que si conocía a alguna mujer que quisiera sentarse conmigo y concederme una entrevista. Hablamos por unos minutos, me invitó agua de coco, me senté en un tronco sobre la puerta de entrada del jardín. El jardín era un milagro verde en medio de calles mal llevadas. Una mata de mango florecía con gran velocidad y cultivaba abundantes frutos en sus ramas muy bien esparcidas. Otras plantas más pequeñas, de hojas verde suave se dispersaban con éxito propio y asemejaban una suerte de enredadera interminable que enverdecía todo el patio. Si mal no recuerdo, Verónica había partido con aquel emprendimiento, el jardín, hace un año. En el jardín vendía agua de coco, plantas, arboles frutales y arte de su propia mano. Les iba bien, a ella y su socio, ella vivía de eso. Una tarde en el teléfono acordamos el día y la hora para que yo fuera al jardín y ella me conseguiría una mujer para una entrevista.

Cecilia llegó al jardín seria, amable, sencilla y sincera, pero seria. Nos sentamos a la sombra de la mata del mango, ella a un lado de la mesa, yo al otro. Le fui narrando la historia de Maestranzas y ella poco a poco se fue acomodando. No pasaron más de siete minutos y su rostro empezaba a relajarse, sus ojos tímidamente brillaban. Me invitó a su casa, me dijo que le sacara fotos a todo, que para ella su hogar era motivo de gran orgullo. No había luz en la escalera subiendo al segundo nivel, al piso de Cecilia, pero me acostumbre casi instantáneamente a aquella oscuridad. La casa entera estaba apuntalada, de cabo a cabo. Según lo que me explicaba, hace un tiempo habían ocurrido algunos derrumbes y el gobierno había mandado a poner puntales para afirmar la estructura. La esperanza es que este año, el 2019, cuando se celebran los 500 años de La Habana, el gobierno termine los arreglos que hacen falta, puedan por fin sacar los puntales y vuelva ella a poder usar toda su casa.

El aspecto de aquella casa en el corazón de La Habana Vieja era exactamente lo que me imaginé en pensamientos mucho antes de pisar tierras cubanas. Era la casa común de una ciudadana corriente, provista de lo justo, buen café, libros viejos, una máquina de coser y mucha dicha por vivir. Sin embargo, los años habían sido categóricos deteriorándolo todo. Cecilia, su nieta y su bisnieta, me recibieron sonrientes. Tomé el mejor café y hablamos por largo rato. Me habló de temas de los que solo he leído, cosas que nadie mas que yo haya conocido en persona antes vio. La revolución cubana, uno de los éxitos más polémicos de la izquierda marxista de nuestros tiempos. Mas allá de la concepción nos construyamos en la cabeza, Cecilia me detalló episodios de su vida marcados por los hechos reales que llevaron a Fidel a liderar Cuba.

 

 

 

Rodrigo Pena-LangComentario