Trotamundo
No todos tienen esta oportunidad, me dice Mireya mientras se levanta en busca de su pasaporte para comprobar el camino recorrido en un buen numero de países. Con el teatro de Santiago de Cuba, Mireya partió de gira en 1981 por Venezuela, Panamá y Nicaragua. Los venezolanos son seres maravillosos. Lo que les están haciendo no tiene nombre, los están bloqueando por todos lados, dice Mireya.
En 1982 partieron a México, Distrito /Federal, Acapulco, Morelia, Guanajuato, Taxco, Chilpancingo. Los mexicanos también la trataron muy bien, Latinoamérica es una maravilla, dice Mireya con alegría. Me hubiese traído a cinco mexicanos a mi casa. Una cosa linda, nunca decían Cuba, decían Cubita la bella.
En 1985 fue, Mireya y su equipo a Georgetown, Guyana. Eso fue un carnaval, la obra se llamaba “Sefi y la Muerte.” Es una cuestión religiosa, se supone que la muerte en el Panteón de Yoruba se llama Oya, y Oya tiene nueve colores. Por las calles hicimos un recorrido con aquella obra y de lo mas bien que lo pasamos.
En 1995 partió a Gotemburgo, Suecia, invitados por el grupo de teatro “Teatro Uno.” También ha viajado sin el teatro, en calidad de turista, a ver a sus hijas, por ejemplo, que están, una en Suiza y otra en Alemania. Pero yo he viajado mucho con una estrella del mundo y de Cuba, Carlos Acosta. Una vez me llama una persona, Miriam Dueñas, diseñadora del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC). Ella ya me conocía, me había visto trabajar en Placido. Carlos Acosta estaba buscando a una actriz para la puesta en escena de “Tocororo” que consistía casi en su totalidad en baile contemporáneo. Hilda Oates, una actriz de mucho renombre que había cumplido aquel rol por largo tiempo, estaba de salida, les hacía falta alguien mas joven. Cuando Miriam la llamó con la propuesta, le advirtió que sus textos debían ser hechos en inglés y Mireya aceptó. Después de un casting en donde Mireya fue evaluada, fue finalmente incluida al show. Con él, con Carlos Acosta, he estado en Inglaterra tres veces, Italia, Austria, Turquía y Hong Kong.
Con la obra “Noches de Satén Rígido” del venezolano José Gabriel Núñez, Mireya recorrió otros pocos países. En esa obra ella interpretaba a una prostituta. Ella y otra actriz actuaban representando a dos prostitutas pasadas de moda en un prostíbulo también pasado de moda y sus quehaceres en tal actividad.
Mi última noche en La Habana pasé por casa de Mireya a despedirme. Llevé cervezas y nos sentamos sin micrófonos ni cámaras a festejar nuestro encuentro. Aquella noche Mireya describió como se hundió su corazón aquella tarde cuando pasó la caravana de Fidel en su ultimo paseo por las calles de su país, ya sin vida. Entre las calles D y E estaban citados la gente de cultura. Según Mireya, ella estaba normal, sabia de su muerte y le molestaba, pero no la impacientaba. Sin embrago, cuando por fin llegó el cortejo deambulando delante de sus ojos, un silencio total se apoderó de la multitud. En una cajita pequeña de acrílico transparente y adornada de una bandera cubana estaban los restos de quien fuera líder de un sueño del que ella también se sintió parte. No podía entender que en tan pequeño espacio cupiese tanto. El silencio fue apenas roto por un sollozo que se perdía en la distancia. Entonces la congoja se apoderó de todos y las lagrimas fueron rociando los rostros. Una experiencia, según Mireya, muy fuerte e inolvidable.
Todo en esta mujer me ha enamorado. La suerte de haberla encontrado me llena de ganas pues me contagia la certeza de saber que en cada rincón existen seres llenos de vida, Mireya es sinónimo de templanza, talento, belleza y humildad. En este ir recogiendo las historias de heroínas como ella que en el silencio han resuelto nadar contra la corriente y triunfar, le da forma a Maestranza de Recuerdos.