Liberación Femenina
Mireya partió a La Habana becada. En la ciudad hizo la secundaria, y asistió al Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona. Allí conoció al que fuera su esposo y padre de sus dos hijas, Tony, fallecido en el año 2000. Él era un hombre visionario, de avanzada, capaz de entender y apoyarme a lo largo de toda mi vida, especialmente en el área profesional como actriz, dice Mireya. Después de casados, tiempo después, Tony, fue solicitado en Santiago de Cuba como catedrático para así suplir a la demanda docente que en ese entonces se había formado. Mireya se la pasó la vida entera soñando con convertirse en actriz, desde pequeña, cosa que para su madre era inaceptable. Mireya, sin embargo, con la certeza de saberse dotada para tal destino, insistió.
Con mi mamá las hembras no podían estudiar lo que querían si aquello fuese algo que no le era bien visto, dice Mireya. Terminada la secundaria, Mireya llenó la papeleta de postulación universitaria a la Escuela Nacional de Arte (ENA), sin embargo, su madre rechazó la idea. “Ay mi chinta” le habría dicho la madre, sugiriéndole que considerara otra cosa como su preferencia pues el teatro no era una opción. Mireya relata aquel día con gran tristeza, según ella, el teatro era la única verdadera vocación que la describía mejor que cualquier otra profesión. Sin poder seguir el afán apegado a sus sueños, a los 17 años empezó en el pedagógico, donde estudió Filología. Bueno, no me queda más remedio que seguir haciendo teatro de aficionado, se dijo a sí misma esa Mireya de 17 años en La Habana.
En la entonces conocida como Sala Tepsis, de La Habana, Mireya participó trabajando en pantomima y obras de teatro como aficionada y cuando cumplió los 26 años, ella y su familia partieron a Santiago de Cuba. Con el incondicional apoyo de Toni, quien siempre entendió que el teatro era una carrera como cualquier otra, Mireya llegó a calle Enramadas de Santiago de Cuba, donde había escuchado estaba la concentración más importante de teatro de aquella ciudad. Allí encontró al Conjunto Dramático de Oriente. Para su sorpresa, la calidad del teatro de Santiago era de gran nivel. Mireya se imaginó que una pequeña ciudad del final de la isla no podía tener igual calidad de teatro que el exhibido en la capital. Sin embargo, se llevó tamaña sorpresa cuando se enteró que Henrik Ibsen, William Shakespeare y Federico García Lorca eran algunos de los que figuraban como autores de las obras que aquel conjunto teatral interpretaba. Yo no pensé nunca que yo iba a estar ahí, dice Mireya. Pero un buen día oigo que estaban haciendo una convocatoria pues necesitaban jóvenes y yo estaba joven, tenia 26 años. Lo único que hacía falta era tener capacidades histriónicas, cosa que a Mireya le sobraba. Llegaron mas de 200 postulantes que serían evaluados por un jurado de primer nivel, reconocidos en la década del 70 en Cuba. Raúl Pomares, Elmo Hernández, Héctor Hechemendía eran el jurado, quienes, acompañados Dagoberto Gainza, todos actores, formaban este distinguido círculo que evaluaba a los jóvenes postulantes. Mireya llegó allí con el peso de la experiencia adquirida en La Habana y se presentó interpretando a Espirta, madre de Abdala, de la obra Abdala de José Martí. La experiencia adquirida en La Habana la hicieron sentirse confidente de sus capacidades en la plataforma teatral. Debido a aquel papel y a su increíble interpretación en La Habana, la instructora de la capital; Graciela Navas, le dijo: “Niña, pero tu vas a ser una actriz. Mira cómo te emocionas.” Su aprobación por el jurado de Santiago significó que, en el año 1973, Mireya partió por fin su carrera profesional. Menos de un año le tomó, desde que partió de La Habana, para lograr dar el gran paso.
En 1977, Raúl Pomares propuso cambiar el nombre de la organización, de Conjunto Dramático de Oriente a Cabildo Teatral Santiago, para el cual Mireya fue fundadora. Allí se mantuvo desde aquel comienzo hasta 1994, donde llegó de vuelta a La Habana y se incorporó a la Compañía Teatral Rita Montaner, que es donde se desempeña hasta el día de hoy. Sin embargo, antes de salir de Santiago, Mireya hizo 5 telenovelas, y programas infantiles, entre otros.
En 1986 Mireya participó en su primera película para el cine. La película trataba de la vida de Gabriel de la Concepción Valdés, mas conocido como Placido, un importante poeta afrocubano de la época colonial. Hijo de una mujer blanca y un hombre negro, su calidad de mulato o afrocubano hacía que fuera despreciado por la sociedad imperante de aquella época. Mireya hizo un papel que ella describe como malévolo, pues siendo empleada del poeta, se transforma en su amante. En la intimidad de las sabanas él le confiesa planes de insurgencia de negros a lo largo de la isla. La represión hacia los negros, esclavos y libres, llegaba a su máxima expresión en la década de 1840. La respuesta fue sublevación mediante organizados esfuerzos de levantamientos en los distintos latifundios. Placido uno de los organizadores de aquellos levantamientos le relató detalles de uno de aquellos episodios a su amante en la intimidad. Ella, aprovechando la confianza y con el afán de sacarle partido a las declaraciones del poeta, lo denunció. El resultado; Placido es fusilado. La historia se basa en hechos históricos verídicos. El escándalo es conocido como “la conspiración de la escalera.”
“Venir al Mundo” fue su segunda película, la cual trataba el tema de natalidad. Tres parejas componían el elenco; Ramon Veloz y Susana Pérez, Tito Junco y Mireya Chapman, y Alberto Puyol junto a Luisa María Jiménez. Todos artistas muy conocidos en la televisión cubana. La menos conocida era yo, dice Mireya. Alberto Puyol daba vida a un camionero del tipo macho alfa, que continuamente acosaba por las calles a las mujeres dándoselas de gran galán. Su mujer, sin embargo, María Luisa Jiménez no lograba quedar en cinta. Cuando el médico les dice que el problema es de él, este se volvió loco y aseguró que había dejado un sin número de chiquillos tirados por ahí, que era imposible que el tuviese un problema. Revelando así problemas relacionados con el machismo. Ramon y Susana, por otro lado, eran una pareja con una hija. Cuando ella dio a luz estuvo muy cerca de morir por complicaciones durante el parto. Los médicos le advirtieron que, de parir otra vez, la situación seria más grave y volvería a poner en riesgo su vida, pero ella se reusaba a quedarse con una sola niña, y en ello desarrollan la trama. El último conflicto, el de Mireya y Tito, ellos estaban separados, él era un boxeador muy conocido y popular. Las mujeres andaban a su siga y su esposa, Mireya, sufría de celos compulsivos. A pesar de esto y a pesar de haberse separado, la pareja vuelve a retomar la relación y se vuelven a casar donde Mireya da a luz a una niña.
La tercera película de Mireya fue dirigida por Humberto Solas, “El Cielo de las Luces” de la Obra de Alejo Carpentier. “Irremediablemente Juntos”. En su cuarta película, Mireya representaba a una maestra soltera que crió al hijo de su hermano. El muchacho es rechazado por la familia de su pareja por ser negro. Dignidad racial fue el tema principal. El último trabajo en el cine fue con Fernando Pérez, el Almodóvar de Cuba, dice Mireya. Un papel pequeño que a ella le dio gran satisfacción.